Desde que un concepto aparece por primera vez en nuestra mente hasta que lo representas y analizas pueden transcurrir décadas, ese es mi caso con las fotos de las que hoy escribo (y después con estas líneas). Hay algunos cuadros cuyo contenido ha dejado una impronta en mi percepción, una marca casi invisible, un ejemplo muy representativo para mí es la "Vista del jardín de Villa Medici" de Velázquez. Os voy a contar cómo he vinculado el concepto que ha creado en mi esta obra y cómo ha evolucionado ese concepto en la serie fotográfica que aquí presento.
Más allá de su relevancia y lo que representa en la historia del arte, este cuadro ha conseguido desarrollar en mi un concepto que, a lo largo de mi vida, he ido percibiendo en muchos otros lugares. Este concepto, que generalmente surge de una percepción subconsciente de lo que nos rodea, lo podría definir como "arquitectura delegada" o "arquitectura degradada" (no lo confundamos con abandono), pero ¿Qué significa esto? vamos a observar con detalle el cuadro.
El elemento más destacado del cuadro es una serliana, combinación de arcos característica de los grandes palacios renacentistas y neoclásicos. Estos arcos están cegados con tablones de madera irregulares y destartalados; a la derecha, entrecortada y direccionada hacia el exterior probablemente pudiera ser una escultura del dios griego Hermes. Sobre la balaustrada una mujer extiende una sábana y frente a los arcos dos soldados parecen charlar de cuestiones cotidianas. Con respecto a la vegetación, los setos están recortados y cuidados pero a los pies de estos la forma y el color del trazo es irregular lo que me hace pensar que crecen plantas espontáneas y el mantenimiento del jardín del palacio no es continuado y regular; esto lo encontramos también los cipreses: una de las ramas se desprende a la izquierda de la balaustrada y en general crecen desordenadamente, lo que nuevamente me lleva a pensar que no hay cuidados culturales que les haga mantener su función estética y recreativa. Incluso la luz es difusa y, al fondo, tras las nubes, el cielo parece oscurecerse.
Todo lo que veo en el cuadro me lleva a un momento en el que el gran palacio renacentista no mantiene el estatus y la relevancia que un día tuvo. Lo realmente significativo de este concepto de degradación no es lo formal, sino una degradación política, social y económica vinculada a una obra arquitectónica. No me refiero a ruina o abandono, es un cambio vinculado al uso.
Esta idea la percibí por primera vez con este cuadro, pero de un modo totalmente subconsciente. A lo largo de los años este concepto se ha cruzado en mi camino en multitud de ocasiones: visitando el castro de Coaña, frente a lo que parecía ser el edificio más importante, la residencia nobiliaria o palacio dentro del poblado, la transcendencia que tuvo aquella construcción ahora está relegada a un elemento arquitectónico más dentro del castro que recorren turistas. Otro ejemplo es la imagen de la izquierda: los jardines del palacio de Sotofermoso. Cuando observé esta imagen por primera vez me causó un fuerte impacto, estado ruinoso de un ostentoso elemento arquitectónico en un ambiente rural extremeño y que en la actualidad sirve para poco más que apoyar vallas de uso ganadero o de la construcción.
De nuevo, durante una visita turística al convento de San Esteban, en Salamanca, me volví a encontrar con este concepto de "degradación". El recorrido turístico nos muestra la relevancia histórica, eclesiástica y social vinculada al edificio, su transcendencia durante el periodo de influencia e intercambio cultural en Latinoamérica desde el comienzo de la época colonial. El contraste es llamativo: pasillos que han recorrido personajes históricos ahora los recorren visitantes que pagan su entrada (y, evidentemente, la comunidad eclesiástica actual); en las salas que se tomaron decisiones que cambiaron el rumbo de la historia hoy se repiten audiovisuales modelados para que el público consiga comprender la importancia de este lugar.
Al llegar a la sacristía del convento, de nuevo esa percepción: ostentosas casullas de seda con bordados dorados, muy degradadas, expuestas en vitrinas. En las paredes espejos picados, deformados y deteriorados en los que ahora los turistas se hacen "selfies". De repente el reflejo de esos espejos me mostró ese concepto de degradación arquitectónica que percibí dos décadas antes al ver por primera vez la obra de Velázquez y aquí encontré la oportunidad para desarrollar y representar ese concepto en una serie fotográfica.
Son fotografías realizadas al reflejo de los espejos de la sacristía, busco una perspectiva que me permita encuadrar elementos arquitectónicos de la sala; zonas en sombra e iluminadas, estos elementos los represento nítidos pero deformados por el espejo y con las picaduras desenfocadas manchando y degradando esa nitidez. Con las fotos de ese reflejo borroso y deformado de la disciplinada arquitectura renacentista he conseguido representar de manera subjetiva el concepto de degradación arquitectónica, esa "Otra realidad".
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