El mejor mal tiempo

 

    Después de haber soportado sobre mi cabeza decenas de chaparrones en la montaña, a estas alturas tenía muy claro que no me apetece volver a pasar el día fuera de casa para regresar con la ropa empapada de lluvia y la tarjeta de la cámara vacía. Durante la estación invernal, en las montañas del sistema central de la península, cuando hace mal tiempo es mal tiempo de verdad y empieza a perder fuerza la expresión del libro de Eduardo Blanco "Fotografiar con mal tiempo, Un buen momento".

 

     En nuestra última aventura por la montaña tuve la suerte de acordarme de no mirar cómo estaría el tiempo, nos fuimos "a lo loco". Poco antes de comenzar a caminar consulté la previsión para el día y era excepcionalmente mala, de lo que deduje que ese día sería casi imposible sacar la cámara. Por lo general, con el tiempo de borrasca las cumbres se cubren completamente de nubes que no dejan de descargar agua: mal porque no se ve la montaña y mal porque una jornada bajo el agua se vuelve muy dura.

 

     Para nuestra sorpresa comenzamos a caminar y no llovía, un chubasco ligero y volvía a parar durante al menos una hora. Las nubes, que suelen mantener las cumbres ocultas, se arremolinaban y parecían deslizarse entre ellas; mientras en el whatsapp leía "en toda la mañana no ha parado de llover" que escribía alguien que estaba en la vertiente sur. En ese momento se me encendió la bombilla, lo he tenido delante durante años y no lo había visto. No es lo mismo una borrasca que llega desde el norte que una que llega desde el sur, y no son las mismas las de invierno que las de primavera u otoño. Hay mal tiempo, y creo que he dado con la clave para encontrar el mejor mal tiempo para fotografiar esta zona.

 


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