Improvisado y con apenas un par de horas frente al ordenador esta primavera planeamos un "Road trip" por España de vértigo. Tres días, 1.200 kilómetros y unos 20 lugares a visitar; pero entre visita y visita me encontré con algo que no esperaba: un campo de amapolas que irremediablemente me recordó a Juan Santos.
Para quienes no le conozcáis os invito a que visitéis su web, dejo el enlace bajo estas líneas, pero espero contar con su permiso para recordar en unas líneas su trabajo fotográfico y cómo influyó en mi. Le conocí casi con los primeros pasos que daba El Paisaje Perfecto, en el 2015, colaboró estrechamente con el blog, en un primer momento como "consejero" y posteriormente con la edición de artículos. Siempre tenía una palabra amable que ofrecer y, sin esperar nada a cambio, me regaló varios consejos que cambiaron mi rumbo fotográfico para siempre.
El legado fotográfico que nos dejó es refinado, meticuloso y muy elegante. Reinventando el estilo clásico de Adams con personalidad pero su carrera fotográfica se terminó casi de manera repentina; unos años después sigo convencido de que si la enfermedad no se hubiera llevado a Juan Santos y hubiera estado entre nosotros un par de décadas más podría haber escrito una página destacada en la historia de la fotografía de nuestro país.
Admiraba a Juan Santos y sigo admirando su recuerdo cada primavera, cuando me cruzo con un campo de amapolas. Las personas que nos regalan su experiencia, trabajo y amabilidad son las que, por un motivo u otro dejan huella. Te envío un fuerte abrazo, Juan, allá donde estés.
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