Con los pies en la tierra

 

 

     Todavía me cuesta creer que haya tanta gente que ignora que a sólo unas horas tenemos un paraíso para la aventura que se llama Marruecos. Recién llegado, aún me cuesta bajarme de la nube y poner los pies en la tierra, aún sigo en esa burbuja de evasión, libertad y horizontes infinitos; aún sigo con la mente a 1000 por hora tratando de resolver los inconvenientes que nos surgían cada día, días en los que sabíamos dónde comenzábamos pero no sabíamos dónde acabaríamos.

 

     Cuando planeamos el viaje por Marruecos teníamos clara cual era la primera premisa: no definir una ruta, simplemente resaltar en nuestro mapa los lugares más destacados e investigar un poco sobre cada uno de ellos para dejar que el resto vaya surgiendo de manera espontánea. En un lugar en el que las distancias no se miden en kilómetros, si no en tiempo, es fundamental no depender de un plan para que el plan sea perfecto.

 

     Han sido días de cansancio, calor (mucho calor) e, incluso a veces, incertidumbre; pero todas estas emociones empequeñecen ante los inmensos horizontes del desierto, las luces de tormenta en el Atlas, la bondad que te transmiten algunas personas que te cruzas en el camino y, sobre todo, la sensación de libertad: ese momento en el que no sabes cuántos días llevas viajando, cuantos te quedan ni qué día de la semana o del mes estás, es cuando realmente desconectas de la monotonía. 

 

 

 

    Hace sólo unos días estábamos durmiendo bajo las estrellas en medio del desierto de Erg Chegaga, cruzando Iriki subidos a la baca a toda velocidad, ensimismados con las manadas de camellos, burros, addax, gacelas... hemos conectado de algún modo con el aislamiento de los pueblos más remotos del alto Atlas, nos hemos puesto a prueba a temperaturas de hasta 45 grados y también hemos puesto a prueba a nuestro coche conduciendo durante más de 10 horas seguidas cruzando pedregales y campos de dunas. Todo lo bueno nos lleva a recuerdos agradables pero todo lo malo nos enseña a apreciar los pequeños lujos cotidianos como una botella de agua fría en la nevera o una ducha. Nuestros cuerpos han vuelto a lo cotidiano, pero nuestros corazones aún siguen suspensos en la libertad, la evasión y la aventura de estos días por los lugares más remotos de Marruecos.

 


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Comentarios: 2
  • #1

    Susana (lunes, 19 septiembre 2022 21:07)

    Bonita descripción de unas vacaciones perfectas �

  • #2

    Jenny (lunes, 19 septiembre 2022 23:47)

    Aventuras que dejan huella y un relato maravilloso. ❤️